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La construcción social de los cuerpos comestibles y los humanos como predadores

por Carol J. Adams

La construcción social de los cuerpos comestibles y los humanos como predadores -

"Ecofeminism and the Eating of Animals", Hypathia, No. 6, primavera de 1991, pp 134-137. Traducción: Vegetarianismo.net

¿Somos o no somos depredadores? En un intento por vernos a nosotros mismos como seres naturales, hay quien argumenta que los humanos son simples depredadores como algunos de los otros animales. El vegetarianismo es entonces visto como no natural mientras que el carnivorismo de otros animales se hace el paradigma. Los derechos animales son criticados "ya que no entienden que una especie se mantenga o sea mantenida por otra es lo natural para el sustento de la vida" (Ahlers 1990, 443). Las profundas diferencias con los animales carnívoros permanecen sin examinar porque la noción de los humanos como depredadores está en consonancia con la idea de que necesitamos comer carne. De hecho, el carnivorismo es verdad sólo para alrededor de un 20 por ciento de los animales no humanos. ¿Podemos realmente generalizar desde esta experiencia y pretender conocer con precisión qué es "lo natural", o podemos extrapolar el rol de los humanos de acuerdo con este paradigma?

Algunas feministas han argumentado que comer animales es natural porque no tenemos un estómago doble como los herbívoros o los molares planos y que los chimpacés comen carne y lo ven como un placer (Kevles 1990). Este argumento de la anatomía implica filtrar selectivamente. De hecho, todos los primates son ante todo herbívoros. Aunque algunos chimpancés hayan sido vistos comiendo carne muerta -como mucho seis veces en un mes- algunos otros nunca comen carne. La carne muerta constituye menos del 4 por ciento de la dieta de los chimpancés; muchos comen insectos, y no comen lácteos ni huevos (Barnard 1990). ¿Se parece eso a la dieta de los seres humanos?

Los chimpancés, como muchos animales carnívoros, aparentemente están mucho más preparados para la captura de animales que los seres humanos. Somos mucho más lentos que ellos. Tienen dientes caninos largos para desgarrar; todos los homínidos perdieron este tipo de caninos hace 3,5 millones de años, aparentemente para permitir mejor la acción de aplastar, apropiada para una dieta de frutas, hojas, frutos secos, brotes y leguminosas. Si nos las arregláramos para conseguir atrapar a un animal no podríamos rasgar su piel. Es verdad que los chimpancés actúan como si la carne fuera un placer. Cuando los humanos vivían como recolectores y el aceite era poco común, la carne de los animales muertos era una buena fuente de calorias. Puede ser que el asunto del "gusto" por la carne tuviera que ver con la capacidad de reconocer las fuentes densas de calorías. Sin embargo, ya no tenemos necesidad de fuentes tan densas de calorías como la grasa animal, ya que nuestro problema no es la falta de grasa, sino más bien el exceso.

Cuando el argumento es que comer animales es natural, se presume que debemos continuar consumiendo animales porque es lo que necesitamos para sobrevivir, para sobrevivir en consonancia con una vida libre de las limitaciones de la cultura artificial que nos priva de la experiencia de nuestro verdadero ser. El paradigma de los animales carnívoros provee el alivio de que comer animales es natural. Este argumento intenta negar la realidad social apelando a lo "natural". El argumento del depredador "natural" ignora también la construcción social. Ya que comemos cadáveres de un modo muy diferente a cualquier otro animal -desmembrado, no recién muerto, no crudo, y con otra comida presente- ¿qué lo hace natural?

La carne es una construcción cultural que se ha hecho parecer natural e inevitable. Al tiempo que se hace la analogía con los animales carnívoros, el individuo que lo argumenta ha estado consumiendo animales desde antes de que pudiera hablar. Las racionalizaciones para consumir animales le eran ofrecidas probablemente cuando este individuo, a la edad de cuatro o cinco años, quedó desconcertado al descubrir que la carne procedía de animales muertos. El sabor de la carne muerta precedió a las justificaciones, y ofreció un fuerte fundamento para creer que son verdaderas, y los que nacieron en el "baby boom" se enfrentan con el problema adicional de que a medida que crecían, la carne y los productos lácteos habían sido canonizados como dos de los cuatro grupos básicos de alimentos. (Esto pasó en la década de 1950 y fue resultado de la acción de los grupos de presión de la industria láctea y de la ternera. En el cambio de siglo había doce grupos básicos de alimentos.) Así los individuos no sólo han experimentado el gratificante sabor de comer animales sino que pueden creer de verdad lo que les ha sido dicho sin cesar desde la niñez - que los animales muertos son necesarios para la supervivencia humana. La idea de que comer carne es natural se elabora en este contexto. La ideología hace que lo artificial parezca natural, predestinado. De hecho, la propia ideología desaparece detrás de la fachada de que se habla de "comida".

Interactuamos con invididuos animales diariamente si nos los comemos. Sin embargo, este enunciado y sus implicaciones son reposicionados de modo que el animal desaparece y se dice que estamos interactuando con una forma de alimento que se denomina "carne". En The Sexual Politics of Meat, llamo a este proceso conceptual por el cual los animales desaparecen la estructura del referente ausente (absent referent). El nombre y el cuerpo de los animales se hacen ausentes en la medida en que son animales que existen por su carne. Si los animales están vivos no pueden ser carne. Así un cuerpo muerto reemplaza al animal vivo y los animales se vuelven referentes ausentes. Sin los animales no habría carne que comer, sin embargo, están ausentes en el acto de comer carne porque han sido transformados en comida.

Los animales se hacen ausentes a través del lenguaje que renombra los cuerpos muertos antes de que los consumidores participen comiéndoselos. El referente ausente nos permite olvidarnos del animal como una entidad independiente. La carne asada en el plato es desencarnada del cerdo o cerda que fueron una vez. El referente ausente también nos permite resistir los esfuerzos para hacer a los animales presentes, perpetuando una jerarquía de medios y fines.

El referente ausente tiene como resultado y refuerza el confinamiento ideológico: la ideología del patriarcado establece los conjuntos culturales de humano/animal, crea criterios que postulan la diferencia de las especies cuya importancia es la consideración de quién es un medio y quién puede ser un fin y luego nos adoctrina en la creencia de que comer animales es necesario. Simultaneamente la estructura del referente ausente mantiene a los animales ausentes de nuestra comprensión de la ideología patriarcal y nos hace resistentes a tener a los animales presentes. Esto significa que continuamos interpretando a los animales desde la perspectiva de las necesidades e intereses humanos: les vemos como utilizables y consumibles. Mucho del discurso feminista participa de esta estructura cuando no hace a los animales visibles.

La ontología recapitula la ideología. En otras palabras, la ideología crea lo que parece ser ontológico: si las mujeres son cosificadas como seres sexuales (o violables, como algunas feministas apuntan), los animales son cosificados como portadores de la carne. Cosificando a las mujeres y a los animales como objetos, nuestro lenguaje elimina simultaneamente el hecho de que otra persona está actuando como sujeto/agente/autor de la violencia. Sarah Hoagland demuestra cómo funciona esto: "Juan golpea a María", se convierte en "María fue golpeada por Juan", entonces en "María fue golpeada", y al final "mujer golpeada", y así "mujer maltratada" (Hoagland 1988, 17-18). En relación a la violencia contra la mujer y la creación del término "mujer maltratada", Hoagland observa que "algo que un varón hace a una mujer se convierte ahora en algo que es parte de la naturaleza de la mujer. Y se pierde por completo la consideración de Juan".

La noción del cuerpo del animal como comestible se crea de un modo similar y elimina la acción de los humanos que compran animales muertos para consumirlos: "Alguien mata animales para que yo pueda comer sus cadáveres como carne", se convierte en "los animales son matados para ser comidos como carne", entonces en "los animales son carne", al final "carne animal", y entonces "carne".

Algo que les hacemos a los animales se ha convertido en una parte de la naturaleza del animal, y nosotros perdemos completamente nuestro rol.

Referencias:

  • Ahlers, Julia. Thinking like a mountain: Toward a sensible land ethic. Christian Century (April 25): 433-34.
  • Barnard, Neal. 1990. The evolution of the human diet. In The power of your plate. Summertown, TN: Book Publishing Co.
  • Hoagland, Sarah Lucia. 1988. Lesbian ethics: Toward new values. Palo Alto, CA: Institute for Lesbian Studies.
  • Kevles, Bettyann. 1990. Meat, morality and masculinity. The Women's Review of Books (May): 11-12.

El original en inglés puede consultarse online en: Animal Rights Library

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Carol J. Adams

Carol J. Adams

Carol J. Adams es la autora de varios libros que exploran la relación entre la opresión de las mujeres en nuestra sociedad y la explotación animal. Los valores patriarcales y el consumo de carne están relacionados por una mitología de la "masculinidad". Adams introduce el concepto de "referente ausente" (absent referent). Detrás de cada plato de carne hay una ausencia: la muerte del animal. La función del referente ausente es mantener nuestra "carne" separada de la idea de que ella o él en nuestro plato fueron una vez un individuo que quería vivir. Es mantener lejos la idea de que esa carne era un alguien y no un algo.

El referente ausente funciona de igual manera en la opresión hacia la mujer y otros grupos desfavorevidos. En nuestra cultura se cosifica a la mujer convirtiéndola en un objeto sexual reduciendola a un "algo" en vez de alguien que merece respeto. Esta relación entre explotación animal y la cultura patriarcal hace que a menudo los términos que se usan para designar las partes de animales para consumo sean intercambiables con la partes del cuerpo femenino.

La opresión requiere violencia. Carol Adams expone que esta violencia normalmente implica tres cosas: cosificación, de tal modo que el individuo es percibido como un objeto en vez de como un ser con intereses; fragmentación o despiece, las partes separadas del individuo pasan a tener autonomía (pata, pechuga...); y finalmente consumo -tanto consumo literal de los animales no humanos o consumo de la mujer fragmentada mediante la pornografía, la prostitución, la violación, el maltrato.

Web de Carol J. Adams: www.caroljadams.com

Blog de Carol J. Adams

Algunos libros de Carol J. Adams:

  • The Sexual Politics of Meat: A Feminist-Vegetarian Critical Theory.
  • Feminist Care Tradition in Animal Ethics: A Reader. Columbia University Press.
  • Living Among Meat Eaters: The Vegetarian’s Survival Handbook. Continuum, 2003.
  • The Pornography of Meat. New York: Continuum International, 2003.
  • Neither Man nor Beast: Feminism and the Defense of Animals. New York: Continuum International. 1994.
  • Woman-Battering. Minneapolis: Fortress Press, 1994.
  • Animals and Women: Feminist Theoretical Explorations, an anthology edited with Josephine Donovan. Durham, NC: Duke University Press, 1995.

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